sábado, 9 de marzo de 2013

Al chavismo lo sepultarán, en el mismo ataúd que a Hugo Chávez.
El chavismo es por definición una doctrina caudillista como cualquiera otra, surgida a lo largo de la historia. Se refiere al culto de la personalidad del individuo, Chávez, que aunque hubiera podido ser genial, notorio, notable y carismático o como lo califiquen, no pasa de ser un simple mortal, sometido a las mismas leyes que afectan a todo ser humano. Aunque se empecinen en que Hugo Chávez, creo una “nueva escuela filosófica”, con el llamado socialismo del siglo XXI. Eso es solo una fábula y sirve únicamente, para distinguir su temperamento.
Pero lo cierto es que la continuación del chavismo, no tiene ningún futuro. Ese solo fue el estilo de Hugo Chávez, el que él lo utilizó, para controlar el poder. Un poder autocrático y caprichoso, que ejercía a través de los insultos y las descalificaciones, de sus críticos y adversarios. Muchos han olvidado hoy, las frecuentes payasadas y estupideces del difunto y lo veneran como el prócer de la patria venezolana que nunca fue.
Recuerdo en una ocasión en que Fidel Castro, crudamente, planteo que él no entendía como los presidentes latinoamericanos no sabían aprovechar su estancia en el poder. Y dijo algo así como que con articular algunas políticas, en la salud pública, en la educación y alguna que otra cosita, un gobernante se podía ganar fácilmente, el apoyo popular. Esto lo dijo en una visita al Ecuador o a Perú, no recuerdo exactamente el lugar.
Me pareció tan cruel y tan grosero, que me asqueo. Era ese el modo fácil de apropiarse del poder, con esa simulación ladina, para engatusar a los incautos. Me di cuenta de la habilidad y la tremenda maldad, del hoy sátrapa desvencijado. Así se lo enseño al Teniente Coronel Hugo Chávez. Observándolo con la misma codicia que el contempló, a la Venezuela prodigiosa y colmada de riquezas, desde la época de la Sierra Maestra, en donde se encontraba escondido.
De hecho, fue Venezuela el primer país visitado por Fidel, en el mismo mes de enero del año 1959, done conoció a Wolfgang Larrazábal. Desde entonces, ya estaba entre sus planes, controlar el petróleo venezolano. Lo intentó varias veces desde los años sesentas, pero siempre había fracasado, hasta que reparó en él presuntuoso militar, engreído, que soñaba ser, como el general Charles de Gaulle. Por eso fundó la Quinta República Bolivariana” parodiando a la Quinta República francesa.
Recuerdo también como al inicio del plan chavista, confeccionado íntegramente por Fidel Castro, el verdadero doctrinario del papagayo loco. Se exportaron desde Cuba y gratuitamente (después cobramos), miles de refrigeradores rusos que se encontraban en los almacenes castristas y que fueron entregados a los venezolanos pobres. Aunque aquellos refrigeradores eran obsoletos, no obstante mucho mejores que los Haier chinos, que luego nos cambió y nos cobró a los cubanos.
Eran una verdadera bendición, para los venezolanos marginados, que no poseían ni un cacharro como aquellos. Así se garantizó el agradecimiento paternal y el voto popular. Igualmente se enviaron, miles y miles de televisores a Venezuela, que abarrotaban los almacenes de cubanos y que los tenían guardados para la ocasión, mientras en Cuba vivíamos de las carencias. De esa manera comenzó el plan de Chávez o con Chávez. Chávez además nacionalizó como venezolanos, a millares de extranjeros que se encontraban indocumentados dentro del país.
Lógicamente todos votaron por él y así en cuanta elección y plebiscito que se realizó en el país andino, para con ese apoyo, apropiarse del poder absoluto. Así comenzaron los planes del llamado barrio adentro, con el total apoyo de Fidel Castro y de miles de cubanos. Así fue como Fidel Castro creo el chavismo, pero con él, con la gracia de Hugo Chávez. Pero el capital político de Hugo Cadenas, como se le conoció en su momento, su carisma, sus ocurrentes payasadas, sus divagaciones astrológicas y supersticiosas, sus insultos, sus burlas y cantaletas, no los hereda nadie, se fueron al más allá junto a él, allí probablemente las siga practicando.
Copiar el carisma de Hugo Chávez, es un imposible. Ni un verde, ni maduro, ni siquiera un calvo cabello. Eso no lo consigue nadie. Así que un chavismo sin Chávez, no prosperará nunca. Stalin, no logró imitar a Lenin, ni establecer el leninismo y tuvo que consumar la más grande carnicería de la historia rusa, para mantenerse en el poder e imponer su estalinismo despiadado.
A su vez Nikita Khrushchev tuvo que desmantelar el estalinismo y lanzo a José Stalin, al cuarto de los tarecos. Adolfo Hitler murió con su doctrina fascista y nadie pudo revivirla, al igual que la de Benito Mussolini. Así al franquismo, lo enterraron junto con Francisco Franco, Caudillo de España por la gracia de Dios y Mao Tse Tung no pudo ver como Den Xiaoping desmantelaba su maoísmo.
En Cuba el castrismo o el castrato, perduran hoy, pero ni siquiera Raúl puede mantenerlo vivo, a pesar de su apellido y por eso resucita a Fidel, para su personal consagración, porque sin el sátrapa en desuso, habría que incinerar al castrismo. Maduro en Venezuela, no podrá revivir al chavismo y para imponer el madurismo o el madurísimo, tendría que ser a sangre y fuego y el no posee ningún capital político para eso. Solo cuenta con el apoyo interesado de la tiranía castrista, que difícilmente podrá abrirse paso en la Venezuela de hoy, mucho más alerta y avisada, por los catorce años de chavismo.
Veremos cómo se desarrollan los acontecimientos en los próximos días y meses. Lo cierto es que Hugo Chávez ya es solo historia pasada. Se continuará escribiendo y platicando sobre el “fenómeno Chávez”, cuya muerte ha logrado eclipsar hasta la elección del próximo Papa. Tal vez se siga hablando de él hasta por varios años, pero eso sí, habrá que voltear la página del chavismo, ese ya finalizó.
Héctor Julio Cedeño Negrín

Periodista Independiente de Cuba.

Ciudad de la Habana, jueves 7 de marzo de 2013.
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