jueves, 21 de febrero de 2013

¡Por fin en libertad!

 
Quiero agradecer sinceramente, a todos los que se interesaron por mi encarcelamiento en días pasados y todos los que oraron por mí en estos días de ostracismo. Trasmitirle mi saludo fraternal, con el retorno a la Red de redes, la que utilice por última vez, el pasado martes 5 de febrero. Minutos despues de haberme desconectado, me encontraba tras las rejas de una Estación policial.
Quiero agradecer a todos, pero especialmente a la organización Reporteros sin Fronteras, cuyo Secretario General, Christophe Deloire, envió una misiva al director de la tiranía cubana, el General sin ejércitos, Raúl Castro Ruz, solicitando entre otras demandas la libración de todas las personas encarceladas en las ergástulas de la dictadura por motivos políticos, entre ellas la mía.
Mi especial agradecimiento a Roberto de Jesús Guerra Pérez, pues sin su concurso y apoyo, nada se hubiera sabido de mi reclusión. Ya que fue a él y a su efectivísima agencia “Hablemos Press”, a quien le entregué, la primera información. Al parecer, fue un descuido de la policía dejarme hacer una llamada por teléfono. Estoy convencido que si hubieran pedido autorización a la Seguridad del Estado, ellos hubieran indicado retrazar esa llamada.
Gracias a todos mis fraternos hermanos, que twtearon el caso, para dar conocimiento al mundo de la circunstancia de mi apresamiento, especialmente a Luis Felipe Rojas Rosabal y en este acápite también a Robertico de Jesús quien fue el primero que envió el mensaje a todos sus contactos.
Aun no se de todos los que participaron en esta acción, pero igual están incluido todos, dentro de mi corazón. Al igual que todas las organizaciones internacionales, participantes en el evento.
Me preguntaba Roberto de Jesús, si creía que el desenlace de esta situación, que desembocó en mi liberación, se debía a la huelga de hambre y sed, mantenida durante estos trece días. Exigiendo mi libertad o mí condena formal. Creo verdaderamente, que mi libertad se la debo, a la solidaridad de todos los que la exigieron, pues allí en el llamado Vivaque de Arroyo Naranjo, permanecieron al salir yo en libertad, otros siete huelguistas de hambre y sed y ni por enterados se dan, el gobierno, ni la mayoría de sus carceleros.
Cierto es que ellos estaban preocupados por mi edad y porque pudiera morir allí a mis sesenta años, en una causa que a todas luces es política, remenber Zapata. Pero de no ser por la enorme solidaridad promovida, habrían esperado todo el mes de febrero, hasta ver si claudicaba. Para eso también estaba preparado.
Quiero agradecer además a los miembros de la comunidad católica de Santa Rita de Casia, que me tuvieron presente en sus oraciones, especialmente a José Félix Pérez, párroco de dicha iglesia y mi padrino de Bautismo, a mis compañeros en el curso de Formación Cristiana principalmente al fraterno Eduardo Orestes Arias Ponce.
Mi agradecimiento además, a los fraternos, Diario de Cuba, el Nuevo Herald y Radio Martí, que divulgaron la información y se pronunciaron en favor de mi libertad inmediata. Sigo agradeciendo además, a los funcionarios extranjeros acreditados en Cuba, especialmente a los miembros de la Sección de Intereses de los Estados Unidos de América, que se pronunciaron en estas difíciles circunstancias. Muchas gracias.
Es ahora necesario redoblar los esfuerzos para conseguir la liberación de varios otros detenidos injustamente, como son Sonia Garro, Ramón Muñoz, Calixto Ramón Martínez y tantos otros.
Verdaderamente no pensé que los tiranos cederían fácilmente, a los reclamos y creí que tendría que resistir, por lo menos durante un mes. Si conseguía o no sobrevivir, dependía ya de mi organismo, que aunque lo considero, físicamente fuerte, ya no dependía de mis deseos personales. Lo cierto es que ya pensaba enunciar mi testamento político, por si acaso ocurría una delicada situación médica.
El caso fue, que aunque esto pueda considerarse un hecho fortuito, que la Policía Política , decidió en una toma de posición controvertida, mantenerme a la sombra durante algún tiempo. Eso supondría darme una lección intimidatoria, por el carácter incisivo de mis escritos y de mis denuncias.
Pero no, no pudieron aprovechar esa magnífica oportunidad. Al declararme en huelga de hambre y sed, desde el mismo instante de mi entrada en la Estación policial de Dragones y Zulueta y al permitirme divulgar mi posición públicamente, a través de “Hablemos Press”.
No podían internarme en prisión, porque las prisiones no admiten detenidos que estén plantados o en inanición como ellos lo llaman. Solo pudieron trasladarme hacia el Vivac y allí llegó la determinación del Tribunal, de aplicarme la medida cautelar, de prisión preventiva.
Se ha puesto de moda, enunciar una acusación determinada contra un opositor e internarlo en prisión hasta que llegue el juicio. Muchas veces el juicio nunca llega a producirse y lo liberan sin cargos ni condiciones cuando les parece. Le mantienen a la sombra durante determinado tiempo y nunca le convierten, en Preso Político.
Tal vez hasta le absuelven de los cargos. Luego una disculpa por su estancia en la prisión y ni siquiera le indemnizan, solo le pagan el salario que debería haber devengado en su centro de trabajo. Como los opositores, somos previamente expulsados de nuestro centro, nada tenemos que cobrar.
Así descansan un rato de usted. Como dice mi amigo René Gómez Manzano; “lo encierran en una gaveta y al tiempo lo sacan, lo desempolvan y le dicen ¡puede marcharse, que aquí no ha pasado nada!”. Así le hicieron a él mismo. Yo verdaderamente, no quería que me ocurriera algo similar; si me van a condenar como decía el secretario ¡Venga la sentencia! Dos tres cinco años o lo que sea, pero sentenciado.
Veremos en el futuro cuantas emboscadas nos tienen preparada los secuaces del tirano, pero hoy, estamos felizmente de regreso. El caso sigue incoado, como un atentado contra un policía y la sentencia puede ser, entre tres meses y tres años de prisión.
Mientras tanto me cambiaron la medida cautelar, de prisión preventiva a prisión domiciliaria y según dicen, debería de firmar mensualmente, en la Estación Policial. Se pudrirán esperando que cumpla con ello. Nada firmé entre tantos papeles y tanta burocracia, como ellos mismos reconocieron, no me doy ni por enterado de nada.
Seguiré tan igual como hasta el día que me inventaron esa causa.
Héctor Julio Cedeño Negrín
Periodista Independiente de Cuba.
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